martes

La revelación de la diosa al joven Parménides


«Muchacho, compañero de aurigas inmortales
que llegas a nuestra morada con las yeguas que te llevan,
alégrate, pues no es mala Moira quien te envió a seguir este camino
(ciertamente está fuera del sendero de los hombres),
sino la Ley y la Justicia.
Ahora bien, es preciso que te enteres de todo,
tanto del corazón sin temblor de la bien redondeada Verdad,
como de las apariencias de los mortales,
en las que no hay convicción verdadera.
Pero en cualquier caso aprenderás también esto:
que era preciso que lo aparente fuera de modo creíble,
atravesando todo de lado a lado.»


Estas son las palabras con las que la Diosa recibe a Parménides al llegar a su morada. En ellas se resume el contenido del discurso de la Diosa que constituirá el resto del poema, en el que se justificará racionalmente la inmutabilidad y unicidad del ser, así como su compatibilidad con la dualidad de principios que rige el mundo cambiante de la experiencia cotidiana de los hombres. La visión que el joven iniciado obtiene desde esa perspectiva de la Diosa es la de la auténtica realidad, la realidad vista desde la pura exterioridad, desde el más absoluto “fuera de”.

Son la Ley y la Justicia quienes le han permitido llegar a presencia de la Diosa. Allí debe aprender primero cómo es “el corazón sin temblor de la bien redondeada Verdad (Alētheíē)”, es decir, la visión exterior y totalizadora de la realidad, el Ser (tò eón), uno e inmóvil. Pero no sólo eso, debe conocer también cómo son “las apariencias (dóxas) de los mortales, en las que no hay convicción verdadera”, es decir, cómo es el mundo ilusorio que perciben los mortales, la realidad vista “desde el interior”, lo aparente (tà dokoûnta). Pero, por encima de todo, debe saber algo: que no hay dos realidades diferentes, sino dos perspectivas distintas de la misma realidad. Además debe comprender que la perspectiva interior, el mundo como lo vivimos en nuestro día a día, debe ser necesariamente creíble. Por ello, para Parménides, el cambio, la dualidad, el tiempo, el espacio, la vida y la muerte no pueden ser mentira ni engaño, sino solo el resultado de la visión parcial propia del que vive inmerso en la realidad.

El poema de Parménides es el primer texto filosófico del que se conserva un número elevado de fragmentos razonablemente extensos y con ciertas garantías de fiabilidad. Parménides, del que sólo podemos decir con seguridad que vivió hacia finales del siglo VI a. C. en Elea, la colonia jónica de la Magna Grecia, tendrá amplia repercusión en el posterior desarrollo de la filosofía. Sus ideas, junto a las de Pitágoras, confluirán en Platón. Dos textos fundamentales de este autor están inspirados en ambos pensadores: el Parménides, dedicado a explicar desde el punto de vista lógico y metafísico la dialéctica de “el Uno” y “lo múltiple”; y el Timeo, donde sigue las tesis pitagóricas para describir la génesis y constitución del universo. Ambos textos pasarán, a través del platonismo y el pitagorismos medios, a ser las obras de referencia del neoplatonismo, dando lugar a una de las concepciones del mundo que más presencia e influencia, consciente o inconsciente, ha tenido en el pensamiento occidental, y no sólo en sus aspectos metafísicos, sino también en sus desarrollos científicos.

El poema está escrito en jónico y en hexámetros dactílicos, el mismo tipo de verso que los poemas homéricos. El texto de Parménides es deudor, tanto en sus términos como en sus expresiones, de Homero y de Hesíodo, cuyos ecos resuenan constantemente a lo largo de todo el poema. Resulta también evidente su inspiración en los textos religiosos de carácter mistérico de la época, como se refleja en la descripción del viaje iniciático.

El poema se puede dividir en tres partes: la narración del viaje iniciático del poeta hasta alcanzar la morada de la Diosa; la investigación del camino de la Verdad, donde se estudian los atributos del Ser; y la descripción del camino en el que andan errantes los mortales, donde se examina el mundo de las apariencias y se presenta una cosmología que comparte rasgos similares a otras cosmologías de la época. Diels estimaba que la primera parte se conservaba íntegra, de la segunda se habrían conservado nueve décimas partes y de la última sólo una décima parte constituida por pequeños fragmentos aislados.

A continuación vamos a presentar un conjunto de entradas que tratan diferentes aspectos del poema y que incluyen la traducción que hemos hecho al español con notas explicativas y el texto griego que hemos utilizado con las variantes elegidas. Las citas del texto de Parménides siguen la edición griega de Diels-Kranz, Die Fragmente der Vorsokratiker (1952), indicando el número de fragmento y el de la línea o líneas correspondientes. Hemos utilizado el término “ser” con minúscula cuando traduce eînai, el infinitivo que designa el hecho o la acción de ser, y “Ser” con mayúscula, cuando traduce el participio neutro singular, eón, que, a nuestro juicio, nombra a la totalidad de los entes y acontecimientos. Los títulos de las entradas son los siguientes:

Traducción del poema de Parménides

Texto griego del poema de Parménides

Parménides y la Teoría de la Relatividad: la negación del tiempo

El viaje iniciático del joven Parménides

La vía de la Verdad y la vía de la Apariencia en Parménides


El Ser de Parménides

Parménides: ser y pensar

El mundo de la Apariencia en Parménides